Cuatro nuevos materiales a tener en cuenta.

Más allá del diseño, la eficiencia energética y el respeto medioambiental son el campo de batalla de la Arquitectura del siglo XXI; no sólo los propios arquitectos llevan desde los años 70 del siglo pasado investigando, teorizando y desarrollando nuevas estrategias para consumir menos energía, sino, como he contado varias veces en este medio, las leyes y normativas técnicas se hacen eco de esta necesidad.

Para ello es esencial el conocimiento y el uso de unos materiales adecuados, tal y como fue el hormigón en las vanguardias del siglo XX o el vidrio y el hierro en el siglo XIX. En el mercado existen una infinidad de materiales que hacen que nuestros edificios se comporten mejor térmicamente, que capten más energía solar, eólica o geotérmica, que se reparen ellos solos e incluso, que limpien el aire que respiramos.

El que sigue es un fugaz recorrido por cuatro de estos materiales que en breve veremos en nuestras ciudades, si es que no los hemos visto ya.

El primero, elegido por ser desde mi punto de vista el más impresionante, es el Aerogel, que en realidad no es un único material, sino una serie de materiales que revolucionarán el mundo de los aislantes, tanto térmicos, como acústicos y aunque se conocen desde los años 30 del siglo XX, la dificultad de su fabricación ha hecho que hasta épocas recientes no se empezase a comercializar de manera industrial; actualmente los podemos encontrar en láminas de espesores de entorno a 10 mm.


Un aerogel es una sustancia coloidal, es decir, es un material que está en dos fases a la vez: una sólida y otra gaseosa (está compuesto de hasta un 99% de aire), lo que hace que sea un material muy poroso y muy ligero, pero que además es muy resistente.

Otro material interesante, desde el punto de vista de la eficiencia energética, son las tejas de vidrio creadas por una empresa europea: una placas de vidrio con forma de teja convencional que se instalan sobre una capa de nylon negro que absorbe el calor. Al impedir el vidrio que el aire se escape, se crea un efecto invernadero que origina una corriente de aire caliente que puede usarse para pretratar el agua o el aire que usaremos para calefactar la vivienda. Esto será muy útil para los nuevos proyectos arquitectónicos que se redacten en España, puesto que el nuevo DB-HE0 del Código Técnico de la Edificación, establece unos consumos máximos de consumo de energía primaria casi imposibles de cumplir si no pretratamos el aire en un sistema de calefacción todo aire.

Incluso, la misma empresa sueca que ha desarrollado estas tejas de energía solar térmica, ha sacado al mercado una versión que genera electricidad fotovoltaica, pero eso es otro cantar.


Un producto fácil de fabricar, fácil de colocar en obra y fácil de reciclar, que una vez instalado, consigue generar una energía de hasta 350 kWh por metro cuadrado. En Andalucía, donde el sol les sobra, se ha probado este tipo de tejas en una vivienda, consiguiendo cubrir el 80% de la demanda de agua caliente sanitaria, así como el 60% de la de calefacción.

Si pasamos de la cubierta a las paredes, tenemos unas pinturas muy interesantes que ayudan a purificar el aire. Se trata de las pinturas fotocatalíticas, unos materiales que usan un sistema parecido al de la fotosíntesis, pero que en lugar de absorber CO2 y expulsar oxígeno, como hacen las plantas, estos materiales absorben otras sustancias presentes en las ciudades contaminadas, como son los óxidos de nitrógeno o el monóxido de carbono, entre otros componentes, que reaccionan con el fotocatalizador, que suele ser el dióxido de titanio (TiO2) y generan nitratos (NO3), que son unas sustancias inertes y no perjudiciales para el medioambiente.

En definitiva, una mano de pintura con TiO2 puede hacer de la ciudad un lugar más limpio y saludable. Y no sólo eliminan la contaminación, también previenen la aparición de musgo en las paredes, actúan como desinfectantes eliminando bacterias en el interior de las viviendas sonde fueron utilizadas y permiten limpiar fácilmente las pintadas y gafitis de las paredes.

Mas información en la Asociación Ibérica de la fotocatálisis.

Por último, tenemos el hormigón, un material que lleva entre nosotros desde la época de los romanos, aquel lejano opus cementicium que se conoce desde hace dos mil años, pero cada equis tiempo llega un paso más allá, como el hormigón traslúcido, que nos sorprendió en el año 2005; un hormigón que tenía fibra óptica en su interior y permitía ser traslúcido en espesores de hasta dos metros.


Pero el que hoy nos ocupa no es translúcido, sino autorreparable, un hormigón que repara sus grietas y fisuras sin que se le tenga que aplicar calor u otra excitación externa. La clave está en unos polímeros que se encuentran en su interior, que se hinchan al contacto la humedad del aire, cerrando las fisuras y protegiendo el armado de acero.

Además de los polímeros, otra versión contiene en su composición unas bacterias (esperemos que inmunes al ser humano), que al aparecer la fisura y luego el agua procedente de la humedad del aire, producen carbonato cálcico que tapona la grieta. Esto aumentará la vida útil de las estructuras de hormigón armado al proteger el acero de la corrosión.


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